sábado, febrero 21, 2009

CARTA DE DESPEDIDA A "LOLIS"

HOLA HERMOSA FLOR DE VIOLETA Y ALMENDRO:
Estas son las que corresponde a Febrero.

Sé que no vas a poder leer mi carta, sin embargo, cierta estoy que me ves desde alguna parte, que escuchas mi pensamiento y comprenderás los recuerdos que me mueven a escribirla.

Aunque en muchas ocasiones platicamos y hasta donde pienso, jamás nos ofendimos, ni siquiera hubo un mal gesto de nuestra parte, nunca pude decirte que formaste una importante parte de mi vida por ser quien eras: LA FLOR MAS BELLA EN MI EXISTIR.

¿Recuerdas? Desde aquel día que nos presentaron en la compañía para la cual trabajábamos, se formó un vínculo de verdadera amistad ¡quién iba a decirlo! Ni siquiera estábamos en el mismo departamento y comenzamos a charlar como si nos conociéramos de toda la vida. ¡Pero esa eras TÚ! No sabías estar mal con nadie, sonrisa a flor de piel, palabra de aliento a todos y abrazos cálidos para reconfortar. Fuimos todas para ti ¡PRECIOSAS, HERMOSAS! No creo que haya alguna a quien no se lo dijeras; desde entonces para mí fuiste LA FLOR. Una flor a quien se le cambiaba el nombre de acuerdo al estado de ánimo (mío, por supuesto) o de acuerdo a la temporada. Te gustaban mis tonterías y festejabas los nombres de flores que te decía, solo hubo uno que no te agrado, decías que olía a funeral y tu no querías oler así, una y otra vez te repetía que el “zempazuchitl” tiene un aroma muy particular y que a mí, me agradaba, que su color de un amarillo intenso me hacia recordar la luz que emergía de tu aura, de tus ojos y de tu sonrisa. “Zempazuchtl”, “Flor de Luz” es su nombre, o “veinteflores” por la gran cantidad de pétalos que tiene, será desde hoy la más bella flor con la que yo te recuerde, de cualquier forma estarás diciendo que: “tenías que salirte con la tuya, pero solo porque te quiero”.

No recuerdo si alguna vez te di las gracias y te dije cuanto te quería, no recuerdo si te comenté cuán agradecida estoy por todas y cada una de tus palabras en mis momentos de felicidad, de angustia y depresión. Aquellas horas en las que auxiliaste a mi hija en la penosa crisis que sufrió. Por cada uno de todos esos días de encierro en un hospital, por cada vez que me dijiste que era una gran madre, gran amiga y preciosa mujer ¡Ladina que fuiste! Yo me la creía y a todas nos decías igual: ¡Preciosas!

No creo que haya alguien de la oficina, hombre o mujer que no haya recibido un regalo tuyo, el mejor de ellos, algún piropo, tu sonrisa, tu ternura y tu gran calidad humana. Aquella alegría por vivir, pese a toda adversidad, ya que tu vida tampoco era fácil, aunque así lo pareciera. Quien no te conocía tal vez creía que en ti solo había cosas buenas, no claudicabas, ni una queja, ni odios, ni rencores.

Grande como mujer, hija, hermana, amiga… Pero más que ello, ENORME como MADRE, luchadora e incansable por y para el bienestar de tus pequeños: Javier y Chabelita.

Palabras no encuentro ya más para decirte, nos dijimos tantas y nos faltaron más. Hoy lamento no haber estado más tiempo contigo, me hice ausente por un tiempo, no por falta de cariño sino por mi propio desánimo y apatía. Ya ni al caso pedir perdones mi ausencia, porque estoy segura que estés en donde estés, me dirías: ¡NO TE PREOCUPES PRECIOSA, TE QUIERO MUCHO! y al mismo tiempo me extenderías los brazos para darme tu cálido abrazo.

Querida amiga, hermana, mi corazón está lleno de amor fraterno y aunque sé que no puedo verte ni hablarte, estarás siempre en mi pensamiento; y recuerda que en cada flor que nace, cada día, recordaré tu aroma y sonreiré con ella porque tú estarás ahí.

Hasta siempre, hermosa flor de Zempazuchitl.
Dios contigo y hoy, TÚ, con Él.