jueves, mayo 08, 2008

A MI ABUELA (ANTES DE MORIR)

Cuantas veces estuvo así, ganándole la batalla a la enfermedad, cuantas de aquellas veces nos daba muestras de fuerza, entereza, valentía... Amor a la vida; luchando una y otra vez para salir adelante. Existe un lazo muy fuerte que la mantiene aquí, más de sesenta años a su lado, compartiéndolo todo, que ahora, ya no es necesario escuchar su voz, ni mirarlo a los ojos para saber lo que intenta hacer o decir... ¡mi abuelito!
A la llegada del invierno, en el ocaso de su vida, intentando sentirse útil, acostumbrada a valerse por sí misma, sale al patio y resbala, no olvido la fecha ya que ese mismo día celebraba la "primera comunión" de mi hijo, precisamente el 9 de diciembre del 95. Nos llamaron para avisarnos, los médicos dijeron que había que operarla de la cadera; entra tanto iban llegando cada uno de los hijos y nietos para saber de ella.
¡Qué ironía! Despues de haber sido la única sobreviviente, la que no disfruto mucho de la compañía de un hermano, ahora tiene hijos, nietos y bisnietos, todos y cada uno de nosotros daríamos parte de nuestras vidas para que ella vuelva a ser la misma de siempre, para que no sufra más.
Sin embargo, no fue la caída lo que la tiene postrada en una cama y una fría silla de ruedas, misma que pocas veces quiere usar... No, vuelvo a repetir que es de esas mujeres de antes que están hechas de madera fina, aquella que no se rompe facilmente, la que aguanta tormentas y huracanes, ni su débil corazón a podido acabar con ella... Ahora la mantiene quieta, sin fuerza, sin ilusiones, sin ganas de seguir luchando ¡la meláncolia, la nostalgía, la pérdida de un ser amado!
Sí, a un mes de su operación, cuando los médicos informaron que su recuperación era favorable, nuestro señor Jesucristro, quien necesitaba un lucero en el firmamento, le pidio que le entregará al ser que más de cincuenta años le prestó. ¡Su primogénito, su amigo, su hijo...! Y bien es cierto que no hay dolor más grande que sobrevivir a un hijo -gracias a Dios, yo no lo he vivido- pero si he sentido esa opresión en el pecho, esa misma impotencia de no poder hacer más por el que esta sufriendo... Impotencia tal, como cuando mi madre perdió a sus hijas y mi abuelita ahora que se fue el suyo ¡Su amado hijo...! que amargo y que duro es escuchar el llanto de quien está dolido, sin embargo, una vez más nos demostro su entereza, jamás de su boca salió un reproche o una maldición. Ella solo lloraba, rezaba y preguntaba ¿por qué él, Señor?
El tiempo ha dejado todo atrás, pero ¿cómo borrar el pasado? No se puede echar al olvido toda una vida, no se puede empezar de un punto medio, porque la vida misma tiene un principio y un fin, empero, los que estamos aquí a su lado, quisieramos verla como hace algunos meses, enferma pero entera... Sí, lo sé, somos egoístas, pero ¿quién que ama, no lo es?
Por eso, Señor mio ¿qué puedo pedirte? Es tuya, tu nos la diste y ahora solo tú sabes cuando te la llevaras. Por favor, solo algo puedo rogarte: Si has de permitir que siga a nuestro lado, cólmala de fuerza para seguir viviendo, habemos muchos trás de ella, pero hay una persona que solo vive por y para ella, aque "señor-niño" a quien le gusta jugar y bromear, a quien la tristeza lo está acabando de tan solo ver a su otra mitad postrada en su enfermedad, aquel hombre que perderá todo al perderla a ella ¡Mi abuelito!
... Ahora, a la llegada de la primavera, la casa se torna gris, fría, para nosotros no ha pasado elinvierno; ya no se sienten sus pasos y casi no se escucha su voz...
Espero algún día, tener suficiente capacidad de amor como lo tiene ella, tener una memoria fresca para poder escribir una vida de recuerdos, recuerdos que permanecerán hasta el fin de mis días... Recuerdos de una familia que ha dado todo.
A la llegada de ese día, deseo plasmar en un papel todo cuanto se de ellos, porque es un ejempo para todos, ahora que las familias se desintegran en el primer momento difícil.
No tengo más palabras para seguir, sin embargo, quiero agregar algo:
Gracias abuelita, gracias "mamá vía", por todo cuanto me has dado.
... ¡Gracias, por ser mi abuelita... !

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